Emitimos mensajes. Recibimos mensajes. Nos alegramos e incluso lloramos por mensajes que tan solo imaginamos. La pregunta es: ¿estamos ahí? ¿Sirve de algo invertir tiempo en comunicarnos de manera banal, pudiendo vernos, tocarnos… sentirnos cerca? Quien no sea capaz de responder a eso, seguramente todavía no haya experimentado la sensación de perder una amistad “de Internet”.
La red nos acerca. Nos hace creer que no hay distancia entre nosotros, pero lo cierto es que es cuando perdemos contacto con quien ha sido primordial en nuestra vida nos damos cuenta de lo inútil y lo injusta que ésta puede llegar a ser. Queremos recuperar lo perdido, pero ese eterno “escribiendo…» terminará sin ser enviado porque: ¿de verdad estaríamos dispuestos a sufrir de nuevo? En ese eterno debate individual, quien ha hecho girar parte de su vida alrededor de su alma gemela tiene fácil e immediata respuesta: sí.
– Texto y fotografía: Natalia F.